Científicos de la Universidad de Montreal han desarrollado un termómetro de ADN 20,000 veces más pequeño que un cabello humano. Este utiliza la propiedad de las moléculas genéticas de desplegarse o plegarse según la temperatura.
Desde hace 60 años, los investigadores descubrieron que las moléculas de ADN que codifican nuestra información genética pueden desplegarse cuando se calientan. “En los últimos años, los bioquímicos también han descubierto que biomoléculas tales como proteínas o ARN se emplean como nanotermómetros en los organismos e informan de variaciones de temperatura plegándose o desplegándose”, dijo Alexis Vallée-Bélisle, responsable de la investigación.
Una de las principales ventajas de la utilización de ADN para diseñar termómetros moleculares es que la química del ADN es relativamente simple y programable.
Mediante la adición de informadores ópticos en estas estructuras de ADN, lograron crear termómetros de 5 nanometros de ancho que producen una señal fácilmente detectable como función de la temperatura.
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